16 de noviembre de 2001. Yo me encontraba estudiando mi cuarto año en la E.T.S.I de Telecomunicación en la U.P.M y un par de meses antes había entrado en el grupo de teatro de la universidad: No Es Culpa Nuestra. Aún no sabía que, a pesar del nombre, sí que iba a ser su culpa que mi futuro tanto profesional como personal quedase marcado por esa decisión.
16 de noviembre de 2001. Eran casi las cuatro de la tarde y tras haber comido en la cafetería me acerqué al salón de actos. Allí nos reuníamos las veintiocho personas (puedo recordar todos sus nombres y apellidos como quien recuerda la alineación de los equipos históricos) que habíamos decidido apuntarnos a un curso de improvisación teatral (¿?) sin saber muy bien a lo que íbamos.
16 de noviembre de 2001. Mis ojos chocan con una barba y una coletilla inconfundibles, las cuales toman forma en la persona que, desde ese día, se convertiría en mi maestro: Don Ignacio López. Subimos al escenario y escucho por primera vez algunas frases que pasarían a ser pequeños rituales: caminamos por el espacio... (¿solo hay que caminar?) … ovulamos (pero si yo no puedo ni jamás podré ovu... ah, ok, consiste en que hagamos un círculo... más bien una elipse... entre todos) …
16 de noviembre de 2001. Desde ese momento, el tiempo se para. Y, citando a Edward Bloom, personaje de Big Fish... Dicen que cuando conoces al amor de tu vida el tiempo se detiene, y es verdad, lo que no te dicen es que cuando se pone en marcha lo hace aún más rápidamente para recuperar lo perdido. De pronto eran las ocho de la tarde, fuera era de noche y dentro no cabía más luz. Acababa de conocer al amor de mi vida.
16 de noviembre de 2001. Ese día se abrió el portal, mi portal. Y no tardé mucho en descubrir que iba a la escuela de teleco a hacer teatro e impro (y, en mis ratos libres, a estudiar una ingeniería). Por el camino innumerables personas, aprendizajes, experiencias y experimentos. Y, sobre todo, un sinfín de historias contadas y pendientes por contar.
16 de noviembre de 2021. Faltan 237 días para que ese portal cumpla veinte años y hoy se abre aquí uno nuevo, El Portal Improdimensional, con la idea de poner por escrito, compartir y dar forma a las vivencias de este viaje que aún continúa. Aquí escribiré sobre teoría, ejercicios, formatos, anécdotas... aquí daré mi punto de vista y espero también poder leer el vuestro. Gracias por acompañarme (una vez más) en esta aventura. Espero que disfrutéis la travesía.
¿Y tú? ¿Recuerdas cuándo se abrió tu portal? ¿Me cuentas tu experiencia?
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