Es inevitable al hablar de estatus referenciar una de las grandes biblias entre los textos de improvisación: Impro de Keith Johnstone. En este texto se nos compara el estatus con un balancín. Y esto es porque el estatus no es una característica propia del personaje sino que hace siempre referencia a una relación, Por tanto, al igual que con el balancín, podemos hacer que nuestro estatus suba o baje respecto a la otra persona y, del mismo modo, la otra persona puede hacer que nuestro estatus suba o baje respecto a ella.
En muchas escenas tendremos un estatus inicial que nos vendrá dado de antemano por varios condicionantes: el vínculo social o laboral que existe entre los personajes, su relación familiar, su posición inicial en el espacio respecto a la otra persona, etc... La buena noticia es que, independientemente de esto, el estatus podrá variar a lo largo de la escena... simplemente lo que ocurre es que uno de los personajes empieza ya montado en las alturas.
Es bastante común que se suela modificar el estatus a través de la palabra ya que es un dardo directo y certero que apunta directamente al eje de nuestro balancín. En muchas ocasiones, además, estos cambios en los que subimos de estatus se malentienden con elevar la voz, insultar o adoptar una posición más violenta. La palabra es muy poderosa, es cierto, pero hay todo un mundo en lo referente al estatus más allá de la misma (y que esto lo esté escribiendo un improvisador muy verbal... en fin...).
En la clase que suelo impartir sobre estatus me gusta trabajar con diferentes herramientas corporales. Divido al grupo en dos subgrupos: los A y los B. Marco una condición para los A, otra para los B y les digo que se comporten como si estuvieran en una fiesta... que hablen entre ellos, que busquen conversaciones, que se relacionen con personas que sean de su misma letra o de la contraria y que observen lo que sucede. Pasado un rato, les pido que se cambien la condición para que experimenten lo contrario. Este ejercicio suele arrojar bastante información sobre las diferencias de estatus. Algunas de las condiciones con las que trabajo son:
- Caminar con los pies hacia fuera / Caminar con los pies hacia dentro
- Tener los dientes de abajo prominentes / Tener los dientes de arriba prominentes
- Hablar con frases largas e ininterrumpidas / Hablar de forma entrecortada y sin aire
- Mirar fijamente a la otra persona / Retirar la mirada cada poco para volver a mirar
- No mover la cabeza al hablar / Encoger los hombros cuando hablamos
- Tocar en la cara o el cuerpo a los demás / Tocarnos la cara a nosotros mismos
Muchas de estas herramientas servirán para compensar esas diferencias de estatus iniciales que nos vienen dadas en ciertas escenas. (Podemos tener una escena entre un jefe y un empleado, pero en el momento que el empleado se levanta y le toca la cara al jefe... nuestro estatus estará cambiando). De hecho, en muchas ocasiones lo que nos resultará más interesante en la escena es, precisamente, encontrar esos cambios de estatus que van en contra de la relación preestablecida.
Otro ejercicio muy interesante para trabajar es el de las diferencias mínimas de estatus. Arrancamos una escena (con cualquier relación o condición inicial) y cada cierto tiempo la detenemos y preguntamos al público hacia el lado de qué personaje se inclina el balancín. Acto seguido, aplicamos cualquiera de las condiciones anteriores (u otras distintas) para compensar esa situación. Se seguirá preguntando en todo momento por la relación de estatus entre los personajes, intentando que la escena oscile con diferencias mínimas. Esto es especialmente útil para tener control sobre los procesos que operan sobre el estatus.
Os animo a que prestéis atención para ver cómo varía el estatus entre los personajes que están en nuestra escena. E incluso a qué observéis cómo varían las relaciones entre distintos personajes que forman parte de un grupo cuando alguien se marcha o cuando alguien nuevo llega (esto es lo que Keith Johnstone llama la kinetic dance). E incluso a que juguéis con esta idea de estatus respecto a animales (hay perros mimados que son los que mandan claramente en la familia) o cosas (¿cómo es un personaje que tiene un estatus bajo respecto a una silla?).
Y, en aquellas ocasiones en las que tengamos la oportunidad de ver a un mismo personaje en más de una escena, observar cómo el estatus del mismo puede ser diferente respecto a personas que forman parte de diversos ámbitos de su vida (en el trabajo puede ser un jefe tirano y ogro al que nadie le tose, pero en su casa es el último mono). Esto refuerza aún más la idea de que el estatus no es una característica tanto del personaje sino de la relación que tiene con otra/s persona/s.
Espero que este post os haya servido bien para aclarar algunas dudas sobre el tema del estatus, bien para hacer que broten preguntas o dudas. En cualquier caso, probad a montaros en este balancín y experimentar el juego al completo, pues estar siempre en el mismo sitio es extremadamente aburrido para uno/a mismo/a y para nuestro/a compañero/a.
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